Parece unánime el convencimiento de que nos encontramos en un momento de transición entre el agotamiento de un modelo de crecimiento y el nacimiento de otro, que tiene por ejes la creatividad, la innovación, las nuevas tecnologías y la sostenibilidad.

En este entorno, la ruptura de las viejas premisas siempre proporciona una oportunidad única y una ventaja a quienes menos se han visto implicados en ellas. En lo que concierne al mercado laboral, son los y las jóvenes aún en formación quienes parten en situación de ventaja: libres de prejuicios y de ataduras, con sus mentes abiertas a las nuevas tecnologías, incorporando los nuevos valores sociales, gustos, modas, etc.

Ahora se hace más patente que nunca para el conjunto de la sociedad la necesidad de la participación de la juventud en el impulso económico y social, aportando su creatividad y nuevas perspectivas, su comportamiento más arriesgado, su carácter innovador, su inconformismo, sus nuevos esquemas y nuevos valores.

Si lo tradicional no funciona es precisamente ahora cuando hay que dar el salto, arriesgar e invertir en el futuro.